1. La nieve cae perezosa, los
copos bailando en el gélido aire de Praag. Vuelves la vista en torno: por
doquier, el suelo está rojo, con los cuerpos de los Matadores y las bestias que
han matado. Para tu vergüenza, sigues vivo. Una figura se levanta y, con un
gemido de esfuerzo, alza el hacha, que decapita a un ogro mutante que agonizaba
en torno a las rocas. Ha sobrevivido, como tú. Siempre lo hace. Lo saludas con
la mano, levantas el hacha y vas junto a él. El Príncipe Matador de Karak
Kadrin está cubierto de sangre de una docena de colores diferentes.
Llega otro Matador, y otro,
hasta una veintena, para concentrarse en torno a Garagrim.
-Príncipe-dice uno-nos
prometisteis la muerte segura siguiéndoos a Praag.
-Sí-comenta otro, con una risa
amarga-parece que al final tendréis que pagarme esa cerveza.
Garagrim ríe también.
-Calmaos, amigos, y mirad en
torno a la ladera.
Entre la niebla, se comienzan
a vislumbrar
Garagrim alza el hacha.
-Por lo que parece, ese señor
del Fin de los Tiempos aún tiene más cosas que mandar. ¡Demostrémosles cómo
mueren los hijos de Grimmir!
FIN
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