3.2.3.1.1 Esta vez, por lo menos
una docena de espectadores se concentran en torno a la mesa donde se celebra la
competición. El Matador bebe vodka y te saluda con una sonrisa sardónica de sus
dientes podridos, antes de aceptar el reto. Tus tendones crujen y los dedos,
agarrotados, se te quedan blancos ante su presa. Los músculos, doloridos,
apenas responden y se niegan a pelear. No tienes nada que hacer, y en menos de
cinco segundos tu mano impacta fuertemente contra las tablas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario