2. El grobi chilla y evade el
golpe de Sketakki. Es una criatura lamentable, salvaje, vestida con un
taparrabos y repleta de tatuajes y pinturas de guerra, pero con un último
pensamiento comprendes que ha vencido. Apoyas tu espalda en el tronco de un
pino: en torno a ti yace Snorri el Joven, atravesado una y otra vez a lanzazos,
Gotrek, abatido por la espalda por una maza, Harok, acribillado a flechas
mientras intentaba recargar su ballesta… Tu padre desapareció bajo una masa de
guerreros grobi mientras intentaba rescatar a Borin de los grobi que lo
capturaron. A Ulther no se lo ve por ninguna parte. Sólo quedas tú, y, en torno
a ti, el bosque hierve de guerreros enemigos.
Fue una locura intentar
emboscar a los grobi y realizar una lucha de guerrillas, ahora lo comprender.
Aunque los primeros golpes de mano tuvieron cierto éxito, la superioridad
numérica de los enemigos era tal que podían permitirse las bajas, y conocían
bien el combate en el bosque. Al cabo de una hora estabais rodeados. Borin fue
el primero en caer, cuando exploraba delante del grupo, y después de él, todos
los demás han ido pereciendo a lo largo de la tarde.
Los guerreros caen sobre ti,
media docena. Sketakki se aparta de tus cansadas manos, te rompen los brazos,
te cortan los tendones de las rodillas para que no intentes escapar. Cada vez
que pierdes piadosamente la consciencia te hacen despertar. Eres llevado en
brazos a una cueva llena de humo, donde un grobi anciano con los dientes
limados empuña un cuchillo de piedra. En el fuego arden figuras demoníacas, en
el humo bailan rostros diabólicos. Lo último que es tu corazón palpitante
arrancado de tu pecho, y lo último que escuchas son las carcajadas de los
grobi.
FIN
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