2.2 Nada me gustaría tanto
como hacerlo. Por un precio, por supuesto, pero, ah, veo que esa bolsa que
lleváis abulta justo lo necesario... Puedo reunir a una decena de compañeros de
armas en un santiamén, ocho escudos y tres ballestas. La mayor parte son
humanos, además, que se sienten más a gusto peleando al aire libre que bajo
tierra. Pero el problema es otro: todos los negocios de mercenariado han de
pasar por las manos del Viejo, que se queda con una mordida de cada
transacción. Y no acepta que nadie haga tratos con gente que desconoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario