jueves, 12 de enero de 2012


2.2 Nada me gustaría tanto como hacerlo. Por un precio, por supuesto, pero, ah, veo que esa bolsa que lleváis abulta justo lo necesario... Puedo reunir a una decena de compañeros de armas en un santiamén, ocho escudos y tres ballestas. La mayor parte son humanos, además, que se sienten más a gusto peleando al aire libre que bajo tierra. Pero el problema es otro: todos los negocios de mercenariado han de pasar por las manos del Viejo, que se queda con una mordida de cada transacción. Y no acepta que nadie haga tratos con gente que desconoce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario