jueves, 12 de enero de 2012


1. Con paso firme, avanzáis manteniendo una formación de dos filas de profundidad, cada enano cubriendo el hombro del otro. Al llegar al bosque, los grobi redoblan sus flechazos y os hacen frente aullando, pero se encuentran una y otra vez contra el muro de vuestras hachas y martillos. Realizan tácticas de guerrillas y evaden el combate cerrado, pero vuestras ballestas se cobran más de una víctima, y algunos osados grobi que os hostigan no son lo bastante rápidos para evadir vuestras espadas y martillos. Una flecha lanzada con poca fuerza te causa un moratón debajo de la chaqueta reforzada, y hay algunos otros heridos, pero seguís avanzando hasta que a los grobi no les queda sitio para retroceder y se agolpan en torno a la caverna que llaman hogar. No sois tan diferentes, piensas en un momento de debilidad: ellos protegen lo suyo como vosotros lo vuestro. Y entonces Ulli Borgson, a tu lado, se desploma con una flecha atravesándole el tabique nasal hasta el cerebro, y comienza el combate.
Las líneas de enanos y grobi chocan entre sí con estruendo. El acero muerde la carne grobi: menos frecuentemente de lo que querríais. El primer impulso de la carga os hace retroceder un par de pasos: luego, el ardor combativo de los Aestir y el tesón de los enanos se imponen sobre la inconstancia y la furia de los grobi. Muchas ofensas que vengar y muchas humillaciones pesan sobre tu clan, que se cobra su pago en la oscura sangre de los grobi hasta que no pueden más y huyen en todas direcciones. Y ahora sí, comienza la persecución y la masacre.
Cuando esta acaba, llegas junto a tu padre. Cojeas de una pierna y estás tan cansado como si hubieras estado corriendo toda tu vida, pero Sketakki está tintada de oscuro. Gotrek Borgson sonríe al verte, y, con una última palabra, cierra los ojos de Ulli, que nunca verá el sueño de Aestirland libre. Junto a él, otros seis enanos se reunirán esta noche con sus antepasados y todos estáis heridos, pero tendrán tumbas en un valle que pertenece a su gente.
FIN

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