Avergonzado y con las manos
vacías, retornas a Borgburg. Reunidos en torno al fuego del salón comunal,
entre la pequeña comunidad anida la desesperación. Uno tras otro, tres enanos
toman la palabra para dar su opinión.
El primero de ellos es Snorri
el Joven. Con una tos educada, toma la palabra:
-Los grobi no nos han atacado
directamente, por lo menos hasta ahora. Es cierto que ha desaparecido algo del
ganado que tenemos suelto en los pastos, pero esto puede también atribuirse a
lobos o a osos. Mi opinión es que, mientras no se acerquen a esta parte del
valle, no tenemos por qué intentar expulsarlos. Sería diferente si fuésemos un
centenar, o tuviésemos soldados con nosotros. Pero no somos más que una docena
de campesinos, algunos de los cuales, como yo, nunca ha empuñado un arma con
furia. ¡Dejémoslos estar! Y si Grungni escucha nuestras plegarias, los grobi se
marcharán sin hacernos daño, como han venido.
Luego se levanta Ulther, el
hermano de Gotrek, se echa atrás su pelo oscuro y toma la palabra:
-A Snorri le ciegan dos
miedos: el de atacar a los grobi y el de perder todo lo que tiene. Yo, todos lo
saben, no soy más que un invitado en las
tierras del suegro de mi hermano. No tengo familia ni propiedades que perder, y
por ello puedo hablar con libertad. Los grobi y los enanos nunca han vivido
pacíficamente. Así, sólo queda atacarlos o esperar a que nos ataquen. Sin ayuda
y sin aliados, ¡Cómo hacer frente a veinte o más guerreros grobi! No hay
posibilidad. La única forma de salir vivos es volver a Karak Kadrin y abandonar
estas tierras. Que las ocupen quienes la pueden defender.
Por último, interviene Sven,
con pelo entrecano y nuevas arrugas en la frente. Toma la palabra:
-Durante muchos años he labrado
esta tierra con mis propias manos. He erigido los muros de esta casa. He pasado
frío y dolor limpiando el suelo de raíces para cultivar y creando pastos para
el ganado. ¿Y ahora he de dejar todo eso en manos de los grobi? Soy Sven, hijo
de Borg, y los demás podéis dejar este valle si os place, pero yo pelearé con
mis últimas fuerzas para librarlo de la presencia de los grobi.
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