3.1.2.2 Con un concierto de
chillidos, la manada cae sobre vosotros. Las más pequeñas caen aplastadas por
las botas o pateadas repetidas veces hasta que mueren, pero las más grandes son
más duras de roer. Decapitas a un ser con una quinta pata en la espalda, y su
una compañera de la variedad más pequeña te patea nerviosamente en la espalda
intentando aferrarse antes de que te la saques de encima y la hieras de un
hachazo. Se la lleva la corriente mientras se retuerce. La inmensa mole de la
rata jefe salta sobre Skadi con una fuerza nerviosa y se lanza sobre la pierna:
tu criado pierde pie y gime mientras golpea con el cuchillo el lomo de la
criatura. Para cuando llegas allí y le partes el espinazo, la batalla ha
concluido: el resto de la manada escapa en todas direcciones. Improvisadamente,
haces un torniquete para el enano. Pero es demasiado tarde para Skadi, con los
labios pálidos por la hemorragia. La
-Cubra, joven señor, mi cuerpo
con piedras. No quiero que estas bestias me devoren como a ese pobre
desgraciado.
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