3.1.2 La cueva está
parcialmente inundada por la corriente subterránea, que no tiene mucha fuerza,
y el suelo es traicionero. Hay veinte o treinta centímetros de agua, que
ocultan pozos y desniveles de roca
resbaladiza. Tras unos minutos de búsqueda, aparecen restos destrozados de una
criatura de mediano tamaño, arrastrados por el río tectónico hasta que
tropezaron con una roca que sobresale. Y, entre los restos del cuerpo (que está
tan devorado por las alimañas que no se puede decir si es enano, grobi o
cabra), empiezan a aparecer ojillos rojos. Un par, otro, una decena.
Las ratas de las montañas del
Viejo Mundo no son de la variedad más pequeña que infesta los graneros sino las
viles criaturas mutantes que crían los skaven. La menos voluminosa pesa por lo
menos cinco quilos, y la más grande es una monstruosidad comida por la sarna y
con un cráneo que recuerda a un mastín que no debe bajar de los cuarenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario