jueves, 12 de enero de 2012


3.1.2.1.1 Bajas mal y caes de culo en el agua del túnel, perdiendo el hacha. Cuando echas mano para atraparla, un dolor frío te recorre el brazo: una rata te acaba de arrancar las falanges de dos dedos de un mordisco. Otras trepan sobre ti, trepando, arañando, mordiendo. Golpeas y luchas, pero siguen subiendo, y una enorme bestia del tamaño de un perro de presa te abre la muñeca izquierda con sus dientes. Skadi es una forma que se debate en el medio de un enjambre de roedores. Pierdes sangre. Intentas apoyarte con la espalda contra la pared, defenderte a patadas, y consigues un pequeño espacio de tiempo. Pero las ratas forman en círculo, esperan pacientes, mojadas y crueles, en las rocas que sobresalen de la corriente. Cuando intentas subir para salir de la caverna se te echan a la espalda, y además, con una muñeca herida, no puedes trepar. Cada vez que das muestra de debilidad, se lanzan adelante y las rechazas, pero cada vez son más osadas. A cada momento que pasa, a medida que tu sangre se diluye en el agua del río subterráneo, estás más débil. Tiritas, y no sólo es por el frío de la corriente. Entonces, atacan de nuevo, y esta vez no tienes fuerzas para deshacerte de todas…
FIN

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