jueves, 12 de enero de 2012


2.2.2.3 Los grobi surgen de todas partes. En cada dirección hay un monstruo verde armado con una lanza o un arco preparado. Uno dispara una flecha, con tan mala puntería que el proyectil te pasa rozando y se pierde en el bosque. Ríes desafiante y los retas a atacar cuando sientes el primer pinchazo en la espalda. Te giras, agarras la lanza y se la arrebatas al lancero. Luego la arrojas a la multitud de grobi, que retroceden asustados. Te das la vuelta y haces frente a los que te querían matar por la espada, que también intentan huir: un arquero pierde pie y cae al suelo. En un instante estás sobre él: tu cuchillo sube y baja, y la sangre negra te salpica la cara.
Sin embargo, son muchos, y tú uno sólo y sólo tienes un cuchillo. Una maza de madera te impacta en la sien y te hace ver borroso: una flecha se clava en ti, y luego otra. Tienes tiempo de gritar el nombre de tus antepasados mientras una docena de lanzas se abaten sobre tu cuerpo.
FIN

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