2.2.2 Uno de los grobi pasa
junto a ti, con la cabeza gacha y olfateando el aire, como si desconfiase de
algo. Te ve en el último momento y abre la boca para gritar, pero tú lo has
visto antes, y en un momento estás encima de él. El arco no le sirve de nada en
la lucha cerrada, y tú haces pronto presa en él, mucho menos corpulento. Aunque
se retuerce con fuerza desesperada y te muerde el antebrazo, pronto lo
silencias con una mano en la boca y le clavas el cuchillo una, dos, tres,
cuatro veces. El grobi cae como un fardo.
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