jueves, 12 de enero de 2012


2.2.1.1.1 Tardas un día y medio en explicar a tus nuevos amigos qué deben hacer. En ese periodo, aprendes el nombre del jefe alto: Taruk. Es un guerrero fuerte entre su gente, con un cruel sentido del humor y mucha ambición. La primera palabra en su idioma que te enseña es cómo se llama. La segunda es jefe.
Y la tercera es botín.
Tres noches después, una columna de guerreros se desliza por la noche. Guiados por ti, que conoces el valle al dedillo, burlan las guardias de los habitantes de Borgburg y caen sobre la pequeña aldea como demonios. Las lanzas y las flechas abaten a los que se resisten y rudas manos reducen a los que intentan escapar. A tu siniestra, Taruk ríe, da órdenes y se regocija con la inmensa riqueza que ha encontrado: armas de metal, ganado, esclavos.
Al poco, línea de cuerpos. Snorri y los suyos han muerto abrasados en su casa. Helga te mira con lágrimas en los ojos, el cuerpo de su hijo con la cabeza reventada contra una pared por uno de los guerreros y convertido en festín. Su marido yace atravesado por una decena de lanzas, y Ulther no parece comprender nada y obedece como un zombi mientras los grobi lo obligan a recoger de su vivienda todos los objetos de metal. Borin, herido, te escupe y maldice hasta que Taruk lo remata a golpes. Harok ha caído con una docena de heridas en el pecho, peleando desigualmente y gritando el nombre de su clan hasta el final.
Sólo un enano ha conseguido resistirse lo suficiente como para matar un par de grobi, y ahora permanece desafiantemente de pie mientras te aproximas.
Sketakki está a los pies de tu padre, clavada en el cráneo de su última víctima. Con un fluido movimiento, la extraes de donde está hundida y le das a tu padre una muerte rápida.
FIN

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