2.1.2.1 Los apéndices del ser,
en forma de manos, saltan hacia ti cuando te aproximas gritando, y se te pegan
a la piel. La bestia te atrae hacia sí con fuerza sobrenatural. Antes de que
puedas reaccionar, gritar o zafarte a correr, la criatura emite un murmullo y
escupe un líquido claro con el que te rocía. Allí donde cae, la carne se te
desprende y la ropa echa humo: por suerte, la mayor parte del ácido no te
alcanza la piel, y la criatura parece que no puede escupir seguido su ponzoña.
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